Pensar en el archipiélago de Puerto Rico, ubicado en el Caribe, es evocar nuestros orígenes africanos. El Caribe, ruta de tránsito de la vergonzosa Trata Transatlántica de personas esclavizadas, es de los espacios con mayor concentración de africanos de la diáspora y/o afrodescendientes. Por siglos los sistemas políticos que han ocupado y/o administrado al archipiélago de Borinquén han pretendido blanquear nuestras sociedades y negar la impactante contribución de las comunidades negras y afrodescendientes en todos los renglones de nuestra vida.
Por esta razón, no es de extrañar que Doña Caridad Brenes Caballero y Don Rafael Cepeda Atiles, lucharan arduamente por más de cincuenta años para mantener uno de los géneros musicales fundantes de nuestra identidad boricua: la Bomba. Don Rafael, proveniente de un linaje de importantes intérpretes de Bomba, legó a la humanidad más de cuatrocientas composiciones y mantuvo en alto la tradición de este género musical, educando a muchas generaciones sobre la belleza de los bailes, la música y los instrumentos vinculados a la Bomba. Doña Caridad quien se unió en matrimonio a Don Rafael en 1932, fue una excelente bailadora, coreógrafa y diseñadora de los vestuarios tradicionales del baile de Bomba.
Doña Caridad y Don Rafael educaron a sus hijos y nietos en la tradición de la Bomba y de esta manera crearon uno de los grupos más importantes de música y baile afro-puertorriqueños: la Familia Cepeda, contribuyendo a pasar la historia y la tradición del género musical. Hoy, sus hijos, hijas, nietos y nietas a lo largo y ancho de Puerto Rico y de los Estados Unidos mantienen escuelas y talleres de Bomba que han sido importantes en el desarrollo de un nuevo interés en este género musical. Gracias a la generosidad de Doña Caridad, Don Rafael y de la Familia Cepeda podemos decir que somos muchos los hijos y las hijas musicales de Doña Caridad y Don Rafael a quienes reclamamos como nuestros ancestros. Y como ancestros les honramos con esta publicación, es nuestro anhelo que por medio de estas páginas puedan ustedes bailar, cantar y tocar los barriles junto a Doña Caridad y a Don Rafael, a ellos nuestra gratitud eterna.